El Mostrador
29 de noviembre de 2016
Frente al debate de productividad que ha cursado durante todo este año en la minería nacional, los representantes empresariales han vuelto a plantear la necesidad de dar más flexibilidad laboral al sector.
Este planteamiento lo realizan en cuanto espacio existe, hace unos días en un reportaje de una periódico especializado el presidente del Consejo Minero declaraba que “no cabe ninguna duda que una legislación laboral poco flexible genera problemas de productividad” y el presidente de la SONAMI plantea que Chile “requiere entre otras cosas cambios culturales y más flexibilidad en las regulaciones laborales”.
Si analizamos la legislación laboral chilena en dos aspectos relevantes para el accionar de la minería, como son la distribución de jornadas de trabajo y despidos, encontramos un grado de flexibilidad difícil de superar.
La industria minera en Chile utiliza en gran parte de sus actividades productivas jornadas de trabajo excepcionales, las cuales permiten operar en turnos de 12 horas de trabajo diario continuo, con rotaciones de trabajo en turno día y noche, por ciclos de 4 a 10 días: los llamados turnos 4×4 o 7×7. El único requisito establecido por la ley para instaurar este tipo de jornadas es justificar su necesidad productiva y resguardar la salud y seguridad de los trabajadores.
¿La mayor flexibilidad requerida por los ejecutivos mineros busca permitir jornadas de más de 12 horas de trabajo diario? Si este fuera uno de los planteamientos concretos, estamos muy disponibles a dar el debate. Es abundante la información técnica disponible que demuestra que jornadas más extensas en condiciones de altura geográfica y de clima
complejo aumentan los riegos en la salud y seguridad de las personas expuestas.
En materia de despidos, en Chile existe el libre despido por necesidades de la empresa. En la práctica un empleador puede despedir a cualquier trabajador sin justificar esta medida, la legislación solo recarga levemente los montos de indemnización. Es cosa de leer los diarios, durante los dos últimos años la legislación actual ha permitido masivos despidos de trabajadores de la minería.
Si hoy se requiere modificar la estructura de la industria, el mejor camino es buscar acuerdos, con argumentos e incentivos. Lo curioso es que los ejecutivos mineros planteen estos asuntos en seminarios y la prensa, pero a la hora de establecer las conversaciones en los procesos de negociación colectivos no se presentan propuestas concretas para adecuar
los instrumentos a los nuevos desafíos de la industria.
Creemos necesario que los ejecutivos de las mineras expliciten sus propuestas, pasen de los titulares a propuestas y medidas concretas. Única manera para dar un debate serio. El actual escenario es complejo y se requieren acciones para enfrentarlo. Reiterar los reclamos sin pasar a las propuestas, no aporta en nada a resolver los problemas, solo sirve para
rellenar presentaciones y en algunos casos disimular las propias incompetencias de la industria.
Los antecedentes generados por la Comisión Nacional de Productividad (CNP) y presentados en su informe sobre Productividad Gran Minería del Cobre (en versión preliminar), son una oportunidad para salir del modo quejoso que acostumbran muchos ejecutivos mineros, para dar lugar a un debate serio donde se analicen los desafíos de la industria, con antecedentes y propuestas de solución concretas. Que como la misma CNP pasaran por medidas en al menos tres espacios: i) políticas públicas, ii) la asociación virtuosa de actores mineros y iii) correcciones al interior de cada operación.
Gran parte del mundo sindical está disponible a dar el debate en cada uno de estos niveles. No solo las organizaciones superior (federaciones o centrales), también los sindicatos de cada operación. Es oportuno recordar que todos los acuerdos colectivos de la industria minera han sido adoptados por acuerdos de ambas partes y que su modificación pasa por la voluntad de dichas partes. Si hoy se requiere modificar la estructura de la industria, el mejor camino es buscar acuerdos, con argumentos e incentivos. Lo curioso es que los ejecutivos mineros planteen estos asuntos en seminarios y la prensa, pero a la hora de establecer las conversaciones en los procesos de negociación colectivos no se presentan propuestas concretas para adecuar los instrumentos a los nuevos desafíos de la industria. Varios elementos del estudio de la CNP sorprenden, por heterogeneidad de los resultados, que permite prever que hay grandes posibilidades de mejoras significativas solo imitando las mejores prácticas de la industria. Como ejemplo está el tiempo que demora la acreditación de empresa contratista.
De 12 operaciones analizadas en Chile, la peor operación toma 75 días en acreditar a una empresa contratista, 60 días más que el tiempo requerido por la más rápida y 25 días más que el promedio nacional. Es evidente que hay espacio para mejorar, por voluntad de adaptación de cada empresa y colaboración entre ellas.
Aprovechemos el acuerdo tácito sobre las necesidades de ajustes en la industria minera, pongamos todos de nuestra parte para discutir y acordar medidas que beneficien al país y su industria minera. Gran parte del mundo sindical está disponible.
Fuente: El Mostrador, 29 de noviembre de 2016