Preguntas Frecuentes

¿Qué es la productividad?

Ser productivo significa hacer más con menos. Implica aprovechar al máximo los insumos, los recursos técnicos, humanos y de capital de la mejor manera posible. Se trata de una práctica en la que todos ganan: para el consumidor significa más y mejores productos a un menor precio; para el trabajador significa empleos de mayor calidad y con mejores salarios; para el empresario mayor eficiencia y menores costos; y para el ecologista, hacer MÁS con MENOS. A nivel país significa que con los mismos recursos podemos alcanzar un mayor bienestar.

¿Por qué importa la productividad?

La productividad es el factor más importante para explicar el salto en el nivel de vida—de bienestar y de ingresos—de la gran mayoría de la población de Europa, EE.UU. y Japón desde la Revolución Industrial (siglo XIX), y de Chile en los últimos 30 años. A medida que los países aumentan su ingreso, como lo ha hecho Chile, la contribución de la productividad crece en importancia. La baja productividad en nuestro país es lo que explica nuestra brecha de ingreso respecto de los países más desarrollados del mundo.

¿Quién se beneficia con la productividad?

A diferencia de muchos temas económicos que son esencialmente redistributivos, donde las ganancias de unos significan pérdidas para otros, la productividad es un tema donde todos pueden ganar. Por eso es un tema que une y no divide. Es un tema país. Un desafío que convoca a esforzarse juntos al gobierno, los trabajadores y los empresarios. Es la llave del futuro progreso de Chile.

¿Mayor productividad significa mayor desigualdad?

No, es posible mejorar la productividad y reducir la desigualdad. El caso más claro es la mejora en la calidad de educación pública, municipal y subvencionada, donde estudia el  93% de nuestros hijos. Si mejora la calidad de la educación pública, se desarrollarían talentos desaprovechados, lo que es bueno para la productividad. A  la vez, se reduciría la desigualdad al abrir oportunidades a las grandes mayorías.

Otro caso son las políticas que promuevan la competencia. En efecto, mayor competencia incentiva la mejora de productos, reducción de costos y la desigualdad de ingresos entre empresas monopolísticas y  consumidores. Un tercer ejemplo, se refiere a la difusión tecnológica. Mientras más rápido las medianas y pequeñas empresas adopten las mejores prácticas y tecnologías de sus símiles en los países desarrollados, mayor será su productividad y menor, por consiguiente, sus desigualdades de ingreso con las empresas más grandes.

Esto no es pura teoría, si no es la historia de los países más desarrollados de la OCDE, donde productividad y reducción de la desigualdad han ido de la mano. Por eso, se debe buscar reducir  la desigualdad y promover la productividad. Si queremos ser un país desarrollado,  es necesario avanzar en ambos objetivos en forma equilibrada.

¿Por qué se crea la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad?

Pese a los avances notables en materia económica en Chile desde 1985, nuestra productividad aún está a menos de la mitad de los países que se ubican en la frontera tecnológica, como EE.UU., Europa o Japón. Esta brecha es lo que se busca corregir, a fin de elevar el nivel de vida de la gran mayoría de nuestra población. De ahí que se haya decidido institucionalizar la de manera permanente la búsqueda y formulación de políticas públicas que eleven la productividad en una Comisión Nacional de Evaluación y Productividad.

 

Cabe recordar que en febrero de 2015 nace la Comisión Nacional de Productividad (CNP). Su creación se enmarcó en un conjunto de medidas de la Agenda de Productividad, Innovación y Crecimiento, desarrollada por el segundo gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. 

 

La principal función de la CNP fue realizar estudios con propuestas y recomendaciones que permitieran aumentar la productividad del país, y mejorar la calidad de las políticas públicas. Esto, a través de dos tipos de estudios: uno que se originaba a través de un mandato o solicitud del Gobierno de Chile y otro, que nacía del interés y análisis mismo que se generaba al interior de la CNP.

 

En este contexto y en el marco del primer estudio realizado por la CNP (Revisión agendas de productividad, 2016), una de las recomendaciones estructurales que se le presentaron al gobierno fue, para concordar una estrategia país de productividad con enfoque de largo plazo, que todo proyecto de ley contemplara una estimación de sus probables impactos sobre la productividad.

 

Aquella recomendación fue acogida y, en el 2017, se estableció que todos los proyectos de ley ingresados por ministerios económicos contemplarían un informe de productividad elaborado por la cartera.

 

Durante el segundo mandato del Presidente Piñera (2019), en el marco del estudio “Revisión regulatoria de sectores estratégicos” la CNP fue más allá y propuso cambiar la forma en que se definen, diseñan y evalúan las normas, que permitiera contar con un proceso permanente de revisión de la regulación vigente, lo que implicaba la creación de una entidad enfocada en la calidad de las políticas públicas, con mandato de constante monitoreo y apoyo en el proceso de diseño e implementación de la nueva regulación. Esto, en línea con recomendaciones de la OCDE. 

La propuesta de la CNP fue considerada y a través del Decreto N° 1.510 del Ministerio de Hacienda se cambia su institucionalidad (2021).  Además de generar recomendaciones para mejorar la productividad y bienestar de las personas, se asesorará al Presidente de la República en materias relacionadas con mejoras en la calidad regulatoria, y en la evaluación de políticas y programas públicos, incluyendo las metodologías utilizadas. Esta modificación consideró además un cambio de nombre, por lo que la CNP pasó a denominarse Comisión Nacional Asesora de Evaluación y Productividad (CNEP).

¿Hasta cuándo sesionará la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad?

La Comisión Nacional de Evaluación Productividad es un ente permanente, llamado a hacerse parte de la institucionalidad económica del país en el largo plazo, trascendiendo este y futuros gobiernos.

El desafío en torno a la productividad es una preocupación constante, no coyuntural. En efecto la productividad fue importante en el pasado reciente, sigue siendo en la actualidad un tema central en el desarrollo del país, y su importancia sólo crecerá a futuro. Mayor productividad implica aumentar la capacidad productiva del país, lo que siempre es bueno, pero es además la única forma de mantener en el largo plazo mejoras en el bienestar.

¿Existen Comisiones parecidas en otros países?

La Comisión Nacional de Evaluación y Productividad chilena se inspira en la Comisión Australiana de Productividad, considerada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico como la entidad de “mejor práctica” en su género del mundo. Además de Australia y Chile, Nueva Zelanda, Noruega y Dinamarca han establecido comisiones con un mandato similar.

¿Cómo funciona la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad?

El funcionamiento de la CNEP se sustenta en tres pilares fundamentales:

 

Autonomía del gobierno

Cuenta con un Consejo de cinco miembros, de carácter técnico y transversal.

Sus consejeros son destacados académicos y profesionales, nombradas por la Presidenta de la República por un período de tres años e inamovibles.

Sus recomendaciones no responden a instrucciones del Gobierno y se basan en análisis técnicos, con propuestas consideradas mejores prácticas en políticas públicas a nivel internacional.

 

Capacidad técnica de análisis

Basa sus recomendaciones en análisis técnicos, y busca implementar las mejores prácticas en política pública. En su gestión se apoya en una Secretaría Técnica conformada por profesionales de alta preparación y con experiencia en gestión pública. Sus recomendaciones se fundan en evidencia y criterios técnicos.

 

Transparencia y participación

Parte fundamental del proceso de formulación de recomendaciones de política pública provenientes de la Comisión, serán las consultas ciudadanas.

Se trata de  un mecanismo a través del cual se invita a la ciudadanía a participar de manera informada, pluralista y representativa en la elaboración de políticas y propuestas que formule la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad respecto de materias estudiadas que promuevan la productividad de Chile.

El objetivo de esta herramienta es recoger las opiniones de la ciudanía y generar una respuesta organizada al proceso de consulta.

¿Qué explica nuestra brecha de productividad respecto de los países desarrollados?

Son muchos y múltiples los factores que debemos mejorar para elevar nuestra productividad. Algunas políticas faltan, otras sobran. Algunas son responsabilidad de los empresarios, otras de los trabajadores, y otras del gobierno.

Existen aspectos culturales y de tradición, cuando prima la cuna y la cuña en lugar del mérito y el esfuerzo; donde se valora el consumo en desmedro del ahorro; más de lo mismo se prefiere a la innovación; o se tolera mediocridad en lugar de exigir excelencia. Existen factores institucionales, cuando el Gobierno y sus instituciones ponen mayor énfasis en frenar y controlar que en promover y acelerar. Y también estratégicos como el desaprovechamiento de nuestro potencial humano, debido a una mediocre calidad de la educación.

Entre los factores estructurales está la necesidad de reducir la dependencia de Chile respecto de los recursos naturales—y del cobre en particular—para impulsar nuevas fuentes de desarrollo. Y corregir fallas de mercado como la apremiante falta de crédito de largo plazo para las PYMES. También debemos corregir prácticas empresariales, laborales y regulatorias.

En síntesis, hay mucho que podemos mejorar, y el desafío nos llega a todos.

¿Es posible avanzar el nivel de productividad del mundo desarrollado?

Es posible. Una ventaja de un país en desarrollo—como Chile—es que no tiene que reinventar la rueda. Por un buen tiempo Chile puede crecer en forma acelerada sobre la base de identificar—en el resto del mundo—las tecnologías, los procesos y las prácticas productivas idóneas, trabajando en su imitación, adaptación y rápida difusión a todo el aparato productivo del país. Copiar en esto no es hacer trampa, sino aprovechar el camino que otros ya han recorrido y saltarnos etapas.

Otros países lo han hecho. Esta imitación inteligente, masiva y sistemática explica como Japón pudo alcanzar a EE.UU. en pocas décadas después de la Segunda Guerra mundial; como los “Tigres Asiáticos” crecieron aún más rápido que Japón; y la razón de que las tasas de crecimiento de China durante los últimos 30 años superen inclusive a las de los “tigres”. Mientras más lejos  se está de la frontera tecnológica mayor es el crecimiento económico posible de alcanzar al imitar las mejores prácticas (las tecnologías de punta), pues se pueden saltar etapas imitando las prácticas de última generación.

Chile ya lo ha hecho en algunos sectores y con gran éxito. Considere por ejemplo el riego a goteo, un invento Israelí cuya introducción revolucionó la agricultura nacional, permitiendo cultivar cerros y áreas anteriormente sin valor. La acuicultura salmonera, los centros comerciales o las tarjetas de crédito, no son inventos chilenos. Pero la introducción de estas innovaciones permitieron la producción pesquera, el desarrollo del retail y del sistema crediticio.

¿Cómo alcanzar el nivel de productividad del mundo desarrollado?

Porque aún estamos a mitad de camino de la frontera tecnológica en muchos sectores de la economía, queda mucho que aprender, imitar y aplicar. Hay que elevar la mirada hacia afuera,  buscando las mejores prácticas de empresas y países en la frontera tecnológica. No basta mirar al lado para ver si lo estamos haciendo bien en comparación con nuestros competidores locales, tenemos que mirar hacia donde se hace mejor en el mundo, y compararnos con ese benchmark internacional de excelencia. Se trata de alcanzar productividades del primer mundo, que nos permitan pagar salarios del primer mundo.

Compartir: