Larraín y las medidas pro productividad: «Son como darle una aspirina a un enfermo de bronconeumonía»

El Mercurio

07 de 0ctubre de 2016

 

Advierte que la aprobación de la reforma laboral es uno de los mayores golpes a la productividad y redundará en una pérdida de empleos. 

«Ideologización, improvisación, irresponsabilidad e ineptitud», son las cuatro «i» que utiliza Felipe Larraín para caracterizar los dos primeros años del gobierno de la Nueva Mayoría.

Actual director del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales (Clapes-UC), en su opinión crítica no se desliga de su condición de ex ministro de Hacienda de la administración del Presidente Piñera (2010-2014): «A orgullo tengo la calidad de ex ministro y también estoy orgulloso de ser director de Clapes-UC donde lo que hacemos normalmente es dar opiniones basadas en estudios e investigaciones».

Esta semana fue invitado por segunda vez a la Comisión Nacional de Productividad que preside Joseph Ramos donde antes, con su equipo de trabajo, presentaron el índice de productividad desarrollado por Clapes-UC e Icare. De acuerdo a ese indicador -que mide el empleo por hora, usando los salarios para agregar distintos tipos de empleo- «llevamos ocho trimestres consecutivos de caídas en la productividad».

Agrega que es valorable que la Presidenta declarara 2016 como el Año de la Productividad, pero advierte que hay un contrasentido con la reforma laboral, que será un exocet para la productividad.

-¿Cómo se manifestará el efecto de la reforma laboral en la productividad?

«Esta reforma deja totalmente afuera el tema de la capacitación y casi totalmente la participación laboral de la mujer. Además, va a implicar un aumento en la conflictividad de las relaciones laborales. Las empresas van a gastar mayor cantidad de tiempo, van a vivir negociando con el sindicato de la empresa o con sindicatos interempresas y, además, van a tener que negociar los servicios mínimos. Esta es una reforma de relaciones laborales rígidas que mira los años 60 y que está promoviendo la mecanización de la producción».

«Nosotros estimamos que la aprobación de la reforma laboral costaría 150 mil empleos. No solo eso, fui al Congreso a explicar nuestro análisis e hicimos propuestas que quedaron fuera. La reforma va en contra de la sociedad y de los trabajadores que van a tener una dificultad mayor en encontrar empleo, en momentos en que la situación del mercado laboral comienza a ser bastante precaria. Me pregunto si este gobierno querrá que recorramos todo el camino de Francia, que primero rigidizó su mercado laboral, pero hoy el gobierno socialista francés ha enviado un proyecto de ley para aumentar el horario laboral legal de 35 horas semanales y permitir despidos masivos, con indemnizaciones rebajadas, por dificultades económicas en las empresas».

-¿Qué le parecen las 21 medidas propuestas por la Comisión Ramos?

«Estoy bastante de acuerdo. De hecho, 9 de ellas vienen de iniciativas que se elaboraron en el gobierno anterior. Entre ellas, el perfeccionamiento del gobierno corporativo, la adaptabilidad en la contratación para estudiantes y temas de capital humano. Se presentó un proyecto de ley sobre migraciones que ahora el gobierno sustituyó por otro. Además, está la firma electrónica y la reforma al sistema notarial y registral».

«Hay muchas iniciativas que están durmiendo en el Congreso. Impulsar el proyecto de teletrabajo podría tener un apoyo transversal, está la reforma al Sence y la reforma al famoso artículo 203 de acceso universal a salas cuna. Si pusiéramos el acento en aquellas cosas que genuinamente pueden mejorar la productividad, pero aquí parece que estamos tratando de complacer a grupos de presión».

-¿Por qué entonces durante su gestión no se puso el acento o las urgencias a los proyectos del Sence y salas cuna?

«Faltó urgencia. Al final yo tenía como tres o cuatro proyectos con urgencia. Los tiempos no dieron. Cuatro años es un período corto de gobierno y se hizo lo que pudimos hacer. En el proyecto de Ley Única de Fondos (LUF) me pusieron trabas infinitas, me mandaban para allá y para acá. Al final tuvimos que ponerle urgencia, había que priorizar».

-¿Qué opina de las 22 medidas para mejorar la productividad que planteó el Gobierno?

«Me parece muy bien. Una de las partes centrales es aumentar la exportación de servicios. Nosotros lo hicimos con las exportaciones de servicios financieros a través de la LUF porque quisimos que Chile pudiera competir en el mundo de la administración de recursos para terceros y estamos muy contentos de ver cómo está rindiendo en forma importante y significativa esa ley».

«También me parece bien que el gobierno quiera extender la exención del IVA a otros servicios para incentivar las exportaciones. Solo debo decir que las 22 medidas -frente al enorme daño que han hecho otras políticas públicas-, son como darle una aspirina a un enfermo de bronconeumonía. En su efecto macroeconómico, van a ser muy modestas. Entre otras cosas, si sacamos las exportaciones de turismo, transporte y fletes, lo que queda es que esto le pega con suerte a un 6% de las exportaciones».

-¿Cómo toma el comentario del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, en un programa televisivo de 24 horas donde dijo que le cuesta encontrar reformas estructurales en el gobierno del Presidente Piñera?

«Él está totalmente equivocado en esa apreciación. Pienso que en este gobierno hay un prurito de reformar por reformar. Las reformas que se han hecho no pasan el mínimo test de calidad de políticas públicas. La reforma tributaria tuvo que ser cambiada antes del año; esta reforma laboral tiene un gustito casi de revolución industrial, son rechazadas por el 70% de la población y se está haciendo oídos sordos a la opinión de los chilenos».

«Durante el gobierno anterior se hicieron una serie de reformas importantes como facilitar la creación de empresas en un día; la ley de quiebras, una reforma al mercado de capitales que llamamos MK de la clase media que estableció como obligatoria la licitación de los seguros asociados a créditos hipotecarios y que hizo caer a menos de la mitad el costo de estos seguros. Esto ha beneficiado tranquilamente a más de un millón de chilenos. No es casualidad que nos hayan mejorado la clasificación de riesgo soberano consistentemente en los cuatro años del gobierno anterior y que citaran la responsabilidad en la conducción de las políticas públicas, en particular de la política fiscal. Decir que no hubo reformas es una opinión interesada y claramente con un sesgo político. ¿O es que se cree que los países crecen por suerte?».

¿Un arrastre desde 2013?

Tanto José de Gregorio como Jorge Marshall, ex presidente y ex vicepresidente del Banco Central, respectivamente, sostienen que la desaceleración de la economía partió en 2013, antes que la caída del precio del cobre. Por la campaña electoral y el entusiasmo del alto precio del cobre, precisó Marshall, el país se enfrascó en una discusión ideológica, no se captó bien lo que estaba pasando en el mundo y hoy el país sufre las consecuencias.

«Ese análisis lo he escuchado y efectivamente la desaceleración parte el tercer trimestre de 2013 y la inversión, que venía creciendo a tasas de dos dígitos, cae 1%. Luego, en el cuarto trimestre cae 9% a 10%. Y ocurre justo después que la candidata de la Nueva Mayoría plantea al país su programa económico y se crea una enorme incertidumbre en el sector empresarial, que es el que toma las decisiones de inversión. Fui el primero que en junio de 2013 hice el análisis de lo que iba a significar ese programa, dije que iba a ocasionar un grado importante de caída en el crecimiento y generación de empleo y una caída en la inversión».

«Logramos que la economía creciera 5,3% promedio en los cuatro años y el gasto público creció menos que eso, pese a habernos hecho cargo del terremoto. Recibimos un déficit fiscal estructural de -3,2% del PIB y lo entregamos en -0,6% del Producto. Me quedo con los análisis que están un poco menos en la trinchera».

-Pero no solo viene de la trinchera. En julio de 2012 el ex ministro de Hacienda Hernán Büchi alertó que parte importante de las buenas cifras de crecimiento, empleo e inflación estaban asociados al alto precio del cobre y faltaba preocupación por la productividad…

«Uno nunca hace lo suficiente para mejorar la productividad, siempre vamos a quedar al debe. Logramos revertir una caída en la productividad que se había producido en 2006-2009 y aumentó algo menos de 1%. Me habría gustado hacer más, no pudimos. Logramos que Chile mejorara en el índice Doing Business del Banco Mundial con la creación de empresas en un día».

-Si bien hubo una mejoría en la posición de Chile en los rankings de competitividad, en 2012 baja tres puestos.

«Es que un país puede estar mejorando la competitividad pero hay otros que están mejorando a una tasa mayor. Chile básicamente se mantuvo, lo que pasa es que a veces se agregan países a estos índices. Mejoramos fuerte en el manejo de los recursos públicos, en el Foro Económico Mundial estábamos en la posición 40 y terminamos en el puesto 13, habiendo pasado por la posición 10».

«Ahora, Chile sigue siendo una economía sólida. Aquí no estamos en una crisis, estamos en un frenazo de crecimiento abrupto. Lo lamentable es que el crecimiento de 2% que tendrá la economía en este período sea aspiracional para Chile».

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Fuente: El Mercurio, 10 de abril de 2016

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