Diario Financiero destaca carácter permanente y transversalidad de la Comisión Nacional de Productividad


Nota subraya aspectos claves para la Comisión Nacional de Productividad: Mirar las mejores prácticas internacionales; su carácter permanente, transversal y técnico.

Medio precisa que poco más de dos meses de funcionamiento tiene la Comisión Nacional de Productividad (CNP), y su trabajo ha sido intenso. Uno de los primeros pasos fue viajar a Australia y Nueva Zelanda -con su presidente, Joseph Ramos a la cabeza- para conocer in situ los modelos más exitosos y, de ahí, tener una base para elaborar las recomendaciones que entregarán al gobierno para mejorar la productividad.

¿La primera conclusión? Los problemas de productividad no pueden ser resueltos por una comisión que dure seis meses o un año ni tampoco responden a un tema de coyuntura, sino que «se requiere de una institución permanente para un desafío permanente» y, por eso, la idea es que se hable más de una agencia de productividad que de una comisión.

«Mi impresión es que hay tiempo para esto. Yo creo que la intención es eventualmente hacerlo por ley y parte de nuestra función es mostrar que vale la pena», señala Ramos.

Actualmente, la comisión existe por decreto y necesita de una ley que sea discutida en el Congreso para tener carácter permanente.

El secretario ejecutivo de la CNP, Alfie Ulloa, sostiene que eso quedó más que claro luego de su visita a los países de Oceanía. «Australia no lleva 17 años de crisis de productividad, sino que la productividad es siempre un tema y requiere, creo yo, de una institución que dure más de un año o un gobierno», declara.

La segunda conclusión, que preocupa de sobremanera a los miembros de la comisión, es la brecha que existe entre los niveles de productividad locales y los de países desarrollados, considerando que estos últimos muestran tasas de aumento de 0,8% anual. «Nosotros hemos estado estancados en un crecimiento de 0,5% por los últimos quince años», plantea Ramos.

Y, adicionalmente, Chile enfrenta la «fiebre» que ha significado la coyuntura actual y que lo tiene expandiéndose bajo su potencial.

«Chile para acortar la brecha tiene que crecer 0,8% y algo más. Considero que un país en las condiciones de Chile, no ‘afiebrado’, es capaz de un aumento en productividad de 1,5% (…) No digo que vamos a ir del 0,5% al 1,5% de inmediato, pero si es un potencial, es factible», agrega.

Esto no es menor, ya que cualquier incremento en productividad se traduce en más PIB. El problema actual es la capacidad ociosa existente, a la cual no se le saca provecho por razones macroeconómicas, lo cual -dice Ramos- es un desafío para las carteras de Hacienda, Economía y el Banco Central, en términos de asegurar que la economía opere por lo menos en su potencial, calculado en 3,5% por el instituto emisor.

«En ese momento, no es utópico pretender una PTF -productividad total- de 1,5%, lo cual llevaría nuestro crecimiento tal vez al 4,5% o una cifra similar. Pero para, eso primero tenemos que crecer al PIB potencial», explica.

 

Las fórmulas

El consejo de la CNP tiene carácter transversal y está compuesto por un presidente y siete consejeros, a quienes se sumará un equipo de trabajo de unas ocho personas.

«Tenemos tres lineamientos definidos: crear un informe permanente, más técnico, sin recomendaciones; cumplir con los mandatos del gobierno; y, los temas que el consejo vota que, por su interés, les gustaría sacar adelante», explica Ulloa.

En esa línea, se hizo un barrido de temas entre los consejeros pero no de temas nuevos, porque como recalca Ulloa, «este no es el único gobierno que se ha dedicado al tema de la productividad».

Por lo mismo, estudiaron las agendas de los Ministerios de Economía desde 2000 en adelante -incluida la de Innovación, Productividad y Crecimiento del actual gobierno-, para revisar los temas que no se han implementado, definir cuáles siguen vigentes y que se pueden impulsar como recomendaciones.

Inicialmente, se hizo una selección de 50 tópicos y se quiere llegar a una lista corta de seis, destacando algunos como apertura comercial, capacitación, mercado de capitales y mercado laboral y educacional.

«La gracia que tiene esto es que aprovecha lo que hay, es un producto que se puede entregar en menos de un año y mostrar resultados concretos en un plazo más corto. Y, además, acentúa el carácter transversal de la comisión al tomar insumos de distintos gobiernos», explica Ramos.

Otra iniciativa que se busca implementar -proveniente de Australia- es el uso de indicadores de desempeño para distintos serviciospúblicos.

En el caso chileno, sería la revisión de una agencia por año con el fin de medir su productividad. En esta línea, se está pensando partir con los hospitales para revisar el problema de las listas de espera, ver cómo se puede mejorar la atención, la espera y la calidad del servicio.

Ulloa manifiesta que otro anhelo de la comisión es crear una especie de «índice de productividad», propio de la instancia. «Un instrumento metodológico, de carácter permanente, que cuente con una base de datos y un stock de información a nivel agregado, con un estudio marco y una o dos veces al año a nivel desagregado con estudios a nivel regional, por industria o tamaño de empresa».

La comisión espera que esta herramienta esté disponible el próximo año.

 

Productividad y reforma laboral: «llegamos tarde para eso»

Un aspecto que llamó la atención del modelo australiano fue la medición de los efectos de distintas regulaciones y nuevas leyes en la productividad. Por esto, la idea es tomar por lo menos una vez al año alguna regulación y ver en qué medida está cumpliendo la función original y, por esta vía, descartar que se esté obteniendo un beneficio menor por un alto costo.

«Mejor aún si se puede lograr mientras se están discutiendo las regulaciones», dice Ramos, reconociendo sí que ello «se debe conciliar con el lado político».

Respecto a la aplicabilidad de este postulado a la reforma laboral, que ha recibido fuertes críticas desde el mundo privado por descuidar la productividad del país -al no incorporar el trabajo femenino y de jóvenes, por ejemplo-, Ramos es cauteloso. «La comisión no puede y no debe pronunciarse y hacer recomendaciones sin estar basados en estudios técnicos previos, no necesariamente hechos por ella, pero sí que hayan sido analizados. En el caso de la reforma laboral, en mi opinión, llegamos tarde para eso», afirma.

Bajo su punto de vista, que cada ley tuviera que pasar por una evaluación de productividad sería un trabajo enorme, pero no imposible.

«Tenemos que ganarnos el terreno. Puede que en un par de años uno quiera crear, igual como actualmente cada proyecto de ley tiene que decir cómo se va a financiar, tal vez cada proyecto de ley, de cierto tipo, tenga que medir el impacto sobre la productividad, pero uno tendría que demostrar que eso tiene sentido», concluye el académico, quien previamente ha entregado su visión como experto laboral sobre la reforma respectiva.

 

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Fuente: Diario Financiero, Septiembre 2015.

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